¿No les pasa que una de las primeras melodías musicales con las cuales te familiarizaste siendo niño la escuchas después de tantos años y abre una caja de pandora saturada de nostalgia y recuerdos preciosos y te alegra que hayan pasado esas cosas? Lo increíble es que hay canciones, piezas musicales que forman parte de la banda sonora de nuestra vida, incluso después de la muerte de sus compositores.
Probablemente estás pensando que hablo de los solos infernales de Dimebag Darrell o la voz áspera y melancólica de Cobain o incluso los riffs blasfemos de Jeff Hanneman, lo cierto es que desde que descubrí a estos guitarristas nunca he dejado de escucharlos, de lo que les hablo es de la pieza emblemática de Claude Debussy, me refiero a Claro De Luna (Clair de lune).
Hace unos momentos escuche la melodía de nueva cuenta por el Doodle de Google y comencé a recordar tantas cosas de niño, crecí escuchándola o por lo menos en los mis primeros años de vida. Esto me transportó a mi infancia cuando mi madre la interpretaba en su piano, se encontraba en la sala de nuestra casa, después del divorcio pasamos por varios problemas monetarios y tomó la forzosa decisión de venderlo por las deudas y el incremento de la crisis económica gracias Zedillo.
Se siente un poco solitario el aire de la sala sin el eco del piano de mi madre desde entonces, a pesar de que de vez en cuando lo pongo denso con mi amplificador Fender. Algún día madre mía, algún antes de que dejes de respirar te regalaré un piano, espero que sea muy pronto.